La palabra “afrodisíaco” se deriva de Afrodita, la diosa del amor y de la belleza. Según la leyenda, el dios Cronos ( Saturno para los latinos), mató a su propio padre Urano, tirando sus testículos en las aguas del océano. Allí se formó una espuma de la cual surgió Afrodita, conocida como Venus en la mitología latina. Inicialmente se le consideró como diosa de la fecundidad, más tarde pasó a personificar el amor, en el sentido más amplio de la palabra. Fue adorada bajo distintos nombres, simbolizando desde el amor puro e ideal, hasta el atractivo sexual fuera de cualquier límite. Durante toda la historia de la humanidad, los individuos se han preocupado por el declive de la actividad sexual como consecuencia del proceso de envejecimiento. Siempre se buscaron distintos productos en la naturaleza, como un “elixir de la eterna juventud” capaz de reestablecer el vigor de los impulsos sexuales. Estos productos son conocidos como afrodisíacos y son sustancias utilizadas con el objeto de aumentar el deseo y la capacidad de mantener relaciones sexuales. El Antiguo Testamento, por ejemplo, relata que Raquel se sirvió de la mandrágora para facilitar un embarazo. Los antiguos hebreos creían que el jugo de la raíces y de los frutos de esta hierba, tenían la propiedad de provocar excitación sexual y facilitar la concepción. Científicamente es conocida como “mandrágora officiarum”, pertenece a la familia de las solanáceas, que incluye también otras especies como la batata, el tabaco, el tomate, el pimiento y algunos tipos de pimienta. Entre las sustancias activas existentes en la mandrágora, destacan la atropina y la escopolamina, que tienen un gran uso medicinal, pero básicamente no con efectos afrodisíacos. La atropina se usa para aliviar los cólicos intestinales y biliares y disminuir las secreciones de los aparatos digestivo y respiratorio. La escopolamina tiene, básicamente, los mismos efectos de la atropina, difiriendo de esta por su acción sobre el sistema nervioso central. La atropina provoca, en dosis elevadas, agitación, nerviosismo y, a veces, alucinaciones y delirios . La escopolamina actúa como depresor, causando cansancio y somnolencia. Científicamente, sólo se ha podido demostrar que los extractos de la raíz de la mandrágora causan somnolencia. Así, en caso de que se atribuya algún efecto afrodisíaco a esta planta, este se manifiesta de forma indirecta. En otras palabras, el hombre tendría a su lado a una pareja sexual a su disposición, debidamente entorpecida por la acción de la mandrágora. De esta manera, ella se volvería más dócil y sumisa. La creencia en la eficacia de la mandrágora como afrodisíaco, tenía también su origen en la forma de su raíz, semejante a un pene erecto. Según la imaginación humana, los efectos medicinales de una planta estaban relacionados con la semejanza entre sus formas y los órganos del cuerpo humano. Hay en algunas culturas todo un conjunto de asociaciones simbólicas entre elementos de la naturaleza y sus funcionalidades. Son pocas las sustancias usadas como afrodisíacos que provocan el efecto del aumento del interés sexual. Casi todas actúan sólo por el efecto de la sugestión, es decir, que el que las toma se convence hasta tal punto de la eficacia de estos productos, que creen realmente sentir sus efectos. Estas personas no son conscientes de que, mejor que cualquier recurso artificial, ellas poseen dotes naturales capaces de proporcionarles mayores estímulos sexuales: la imaginación y la fantasía.
Jonatas Dornelles Antropólogo |