Anatómicamente, el ano no está hecho para ser penetrado por el pene, pero el sexo anal puede darse tanto en relaciones heterosexuales como homosexuales. Por no ser una cavidad propicia para la penetración como la vagina que se lubrifica cuando es estimulada, el sexo anal puede causar dolor a quien es penetrado, y también al pene de la pareja. Pero este dolor puede ser, para algunos, fuente de placer, aunque es desagradable para otros.
Hay un cierto carácter simbólico ligado al sexo anal. La Iglesia siempre lo ha repudiado porque no tiene una finalidad procreadora y lo consideraba como una perversión sexual, lo mismo que el sexo oral, la masturbación, la bestialidad...
Además, el sexo anal también se asocia a la homosexualidad, por lo que es doblemente condenado. Todavía existe un cierto carácter valorativo en relación al sexo anal. Este condicionaría una posición de dominio en la pareja, en este caso del que hace la penetración.
En el medio homosexual se usan las expresiones activo y pasivo para referirse a quien, respectivamente, penetra y es penetrado. En el caso de una relación heterosexual, esta nomenclatura no es necesaria. Para el hombre, la penetración del ano puede crear una mayor excitación de su pene, ya que esta situación supone una mayor fricción de su glande que es la parte más sensible de su pene y está localizada en el extremo.
La mujer que es penetrada, puede sentir placer asociado a dolor, y también puede sentir placer al estar experimentando la sensación de dominación y pasividad. Para aumentar el placer sexual, la mujer puede masturbarse cuando está siendo penetrada por el ano. En el caso de una relación homosexual, la masturbación del sujeto pasivo también puede aumentar la excitación..
Es poco probable que el placer obtenido en el sexo anal, sea sólo resultado de condiciones fisiológicas. Hay también motivaciones eróticas asociadas al carácter “prohibido” y “diferente”de esta práctica sexual, que, todavía hoy, es causa de controversias.
Algunas mujeres repudian totalmente el sexo anal, otras consienten practicarlo pero con una serie de condiciones. A otras les gusta de verdad practicarlo.
No hay reglas para las posturas a adoptar en el sexo anal, cada situación requiere la creatividad de la pareja.
Para suplir la ausencia de lubricación, existen en el mercado diversos lubrificantes artificiales que facilitan la penetración anal. A falta de ellos, la saliva puede ser la mejor opción disponible. Si se practica sexo anal con preservativo, este ya contiene una pequeña dosis de lubrificante y debe ser practicado siempre de esta manera, ya que si no existe riesgo de contraer alguna enfermedad de transmisión sexual.
Nunca es tarde para incorporar el sexo anal al conjunto de prácticas eróticas de una pareja, que puede, incluso, propiciar un mayos sentimiento de intimidad. Por otro lado, no es bueno forzar nunca esta situación, pues su práctica también puede resultar únicamente dolorosa y no aportar placer alguno.

Jonatas Dorenelles
Antropólogo.